domingo, 27 de mayo de 2012

¿Por qué la época victoriana...?



Aunque la novela Peter Pan se publicase en la época eduardiana (durante el reinado del Eduardo VII), personalmente creo que tiene todas las virtudes de la literatura victoriana, y sirve un poco como canto de cisne a la creación literaria de ese periodo.

A mí siempre me ha gustado la época victoriana, con todos sus contrastes, con todo su dolor, con toda su riqueza, con toda su infelicidad... porque el reinado de Victoria en Reino Unido nos hace darnos cuenta de cómo un país puede cumplir sus sueños.

No haré aquí un resumen de los hechos más importantes durante el gobierno de la Reina Victoria (para eso tenemos la Wikipedia), sino que me interesa más reflexionar sobre cómo el mundo se va haciendo cada vez más pequeño con la expansión británica (que iban conquistando los últimos territorios inexplorados que quedan en el mundo), y como Wendy cuando viaja a Nunca Jamás, acaban siendo conscientes de que no les queda territorio por explorar, por soñar.

Si así era la cosa a finales de siglo XIX y principios del siglo XX, imagínaos lo duro que es ahora, con una década del siglo XXI a la espalda, encontrar nuevos territorios en los que soñar, cuando tenemos mapas que nos describen con exactitud no sólo el mundo sino el universo que nos rodea, tenemos planos para guiarnos por el subconsciente y el mundo de los sueños, para imaginar el futuro, y nos queda poco donde imaginar.

Mi opción es volver al mundo en el momento previo a que la realidad se hiciese real: volver a esa Inglaterra de la primera mitad del siglo XIX, donde la gente aprendió que había algo más allá de la campiña inglesa, que podían alcanzar esa tierra lejana con sus manos. Mi opción es volver a la Inglaterra victoriana y explorar, desde allí, el mundo de los sueños de la gente.

viernes, 25 de mayo de 2012

Wendy en Kensington Gardens


Wendy por encima de las chimeneas de Londres... ¡Ojalá viera al deshollinador!


Wendy voló... Voló por encima del reloj del Big Ben, de la Torre de Londres, de las chimeneas que perfilaban los tejados de la ciudad. Voló hacia la segunda estrella a la derecha, recto hasta la mañana, y llegó a Nunca Jamás, la isla donde vivía el niño que no quería crecer. Allí conoció a las sirenas, a Tigrilla y su tribu india, a los piratas del Jolly Roger y a su temible líder, el Capitán Garfio. Y también conoció a los Chicos Perdidos, a la celosa hada Campanilla y, sobre todo, conoció a Peter Pan... 

Y Wendy decidió volver a casa, porque ella sí quería crecer. Porque quedarse en Nunca Jamás significaba renunciar a la capacidad de soñar: de soñar en un futuro, ya que nunca crecería; de soñar en mundos distintos poblados por seres fantásticos; de soñar en continentes lejanos habitados por tribus exóticas; de soñar en surcar los mares a bordo de una nave pirata... Por eso Wendy decidió volver, porque en ningún lugar se vive más plenamente que en los propios sueños.

En Wendy en Kensington creemos que el mundo está lleno de sueños a nuestro alcance: se trata de los libros, los tebeos, las películas, las series, los cuadros, la música que nos ayuda a imaginar un mundo distinto, un mundo soñado... Es por eso que en Wendy en Kensington perfilaré poco a poco cuál es la materia de que están hechos estos sueños, mis sueños, los sueños que me hacen sentirme viva.


Wendy vuelve a Londres, porque aquí es donde podrá soñar.